EL AMOR
- ceinte
- 18 abr 2021
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Las gotas de sangre brotaban de su cabeza, el dolor era cada vez más insoportable, la tristeza de verse defraudado por aquellos que lo acompañaban, su tristeza cada vez pesaba más, y sin embargo, su AMOR por la humanidad sostuvo su cuerpo hasta el culmen de su misión salvadora, cumpliendo hasta el último aliento la obra de Salvación Divina.
Porque "Nadie tiene un amor mayor que este: que uno dé su vida por sus amigos" (Juan 15:13) la muestra de amor verdadero más grande que se ha visto en la historia de la humanidad, dónde el Hijo de Dios hecho carne, se entregó a las manos pecadoras para ser crucificado y sufrir para limpiar los corazones humanos y restaurar la alianza entre Dios y la humanidad, debe ser la motivación de cada ser humano para entender que en nuestro paso por esta tierra debemos dejar huellas de amor y que ese amor debe ser manifestado en todas las obras y hacia todos aquellos que Dios Nuestro Padre cruza en nuestros caminos.
Jesús dejó un nuevo mandamiento, una nueva ley, que junto con las recibidas por Moisés, estamos llamados a respetar y llevar a cabo, "Os doy un mandamiento nuevo: Amaos unos a otros; como yo os he amado" (Juan 13:34), el mandamiento del Amor, cumplido hasta el extremo por el Cordero de Dios, es la predicación más sublime que como seres humanos debemos plasmar en nuestro diario vivir. No se nos ha pedido dar la vida por los demás, y tampoco ningún sacrificio tan grande que nos lleve a no cumplir en nuestras vidas este mandamiento, todos y todas tenemos diariamente la oportunidad de hacer que nuestra vida gire entorno al amor, empezando por el amor propio, entendiendo que somos hijos del Rey, y por tanto debemos comportarnos ante cualquier situación a la altura de lo que Dios quiere de nosotros.
El amor expresado a todo lo que nos rodea es la obediencia y agradecimiento a Dios por la oportunidad de un planeta que nos da todo lo necesario para vivir en nuestro corto recorrido como humanos.
Por último, el amor que se transmite a todas las personas con las que interactuamos, mismo que no siempre debe entenderse como el sentimiento de profundidad emocional que sentimos por la pareja, los padres, los hijos o los hermanos, sino la empatía por "el otro", ponernos en el lugar de los demás, sean cercanos o no, para comprender o intentar comprender, lo que esa persona puede sentir por las acciones, omisiones o palabras que estoy manifestándole, y el sufrimiento, la alegria, el dolor o bienestar que puedo provocarle que finalmente se va a traducir en un bien o mal para mi propia conciencia, y serán también las razones por las que mi alma podrá ser justificada para su regreso a la Casa del Padre.
Por tanto, que la debilidad humana, la maldad de los corazones apartados, no nos impida cumplir la voluntad de Dios, y agradecer al Salvador con nuestras acciones y no solo con palabras, por su vida, su sangre y su divinidad, hagamos que nuestro paso por este mundo valga, no en los logros conseguidos o el dinero acumulado, pues son pasajeros, sino por el amor que dimos.
¡Gloria a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo!
Amén.

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