¿Qué significa amar a Dios?

En el evangelio según San Mateo, capítulo 22 versículos 35 al 40, Nuestro Señor Jesús da una importantísima instrucción como mandamiento universal fundamental sobre el que debe basarse toda la ley y la evangelización, el mandamiento del AMOR, el texto dice:

"35. Uno de ellos, que era maestro de la Ley, trató de ponerlo a prueba con esta pregunta: 36. Maestro, ¿Cuál es el mandamiento más importante de la Ley?».

37.Jesús le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.

38.Este es el gran mandamiento, el primero.

39.El segundo le es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

40.Toda la Ley y los Profetas se fundamentan en estos dos mandamientos."

El primer mandamiento que Dios Hijo nos da es el mandamiento de amar a Dios bajo tres premisas: 1.- Con todo el corazón, 2.- Con toda el alma, 3.- Con toda la mente, lo cual implica una entrega total de nuestro ser para Dios, quien también se entrega totalmente a nosotros. Entonces respondiendo a la pregunta ¿Qué significa amar a Dios?, en una frase podemos decir que es una entrega total de nuestro ser para ÉL.

-Amarlo con el corazón es sentir verdadera plenitud en nuestra relación con Él sintiendo esa felicidad inmensa de estar en su presencia y en su corazón, agradeciendo por cada momento de nuestra vida por su presencia manifestada en todo lo que nos rodea, sintiendo agrado por cumplir y aceptar su voluntad sin mayor interés que agradarlo, sintiendo alegría cada vez que lo buscamos en oración.

-Amarlo con toda el alma, es aquel deseo de solo pertenecerle a ÉL sin dejarnos llevar por las cosas del mundo, sin poner nuestro interés en el dinero, el poder, la fama, o incluso en otra persona antes que a Él, es el deseo rotundo de estar junto a su amor en esta vida y en la siguiente, luchando cada día por alcanzar la oportunidad de ganarnos el cielo para poder estar ante su presencia por toda la eternidad.

-Amarlo con toda la mente, es entregar nuestros pensamientos a Él sin permitir que pensamientos malos entren en nuestra mente y con ellos nos alejemos de cumplir con lo que Él espera de nosotros, dando cabida a ideas ajenas a lo bueno y lo sano que Papá Dios nos quiere dar.

¿Entonces eso quiere decir que no puedo vivir en este mundo como un ser humano normal? Muchas personas piensan que amar a Dios de esta forma tan entregada es restringirse de vivir una vida humana sin diversiones y solo estar en oración, pero no es así, la entrega total y plena a Dios es un estilo de vida maravilloso que no te implica ser religioso o religiosa, santo o santa y privarte de vivir como un ser humano normal, se trata simplemente de obedecer la voluntad de nuestro Padre, haciendo lo que el nos pide buscando siempre lo bueno y lo correcto de acuerdo a sus preceptos y eso es simple cuando lo amas, porque quieres que ÉL esté feliz contigo y vea que agradeces por tanto que te da cada día. Es posible vivir bajo su amor, y vivir una vida humana en la que puedas ir al cine, escuchar música, leer, divertirte, enamorarte, en tanto busques que todo lo que entra por tus sentidos sea sano y agradable a los ojos de Dios, ¿Cómo saber distinguir? Dios mismo pone en tu corazón la realidad de lo que es bueno y lo que no, para que tu elijas lo que es correcto, la oración constante es la clave para poder fortalecer tu comunicación con Dios y que de pronto un día sin esperarlo lo puedas escuchar, como su ternura y su cálida voz te susurra... ¡Hijo, Hija te amo, estoy contigo y nunca te dejaré!, y de está forma en cada paso puedas tomar mejores decisiones.

¿Difícil? ¡No!, cualquier persona puede acceder a este maravilloso universo que existe en su interior, solo debe tener disposición de ser un mejor ser humano, humildad para aceptar la voluntad de Dios y ser constante en la oración y la practica diaria de las buenas virtudes para que la Divina Trinidad se manifieste en cada uno de nosotros y esto nos llevará a decir un día, con toda la mente, con todo el corazón y con toda el alma... ¡TE AMO SEÑOR!

También amar a Dios significa amar al prójimo, pero de eso trataremos en la siguiente entrega del blog.

¡Gloria a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo!